Aunque el número fino todavía no está sobre la mesa, no hay dudas de que Uruguay tendrá una cosecha récord de soja que puede estar entre 3,8 a 4 millones de toneladas o incluso algo por encima de ese umbral psicológico e histórico si el área de siembra que manejó Urupov (1,384 millones de ha) se confirma, dijo a Informe Tardáguila el gerente de Originación de Cereales y Oleaginosas de Louis Dreyfus Company (LDC) en Uruguay, Mario Sampaolesi. 

Por otro lado, tras un arranque frío y lento para la comercialización, en las últimas semanas el mercado se movió y un porcentaje importante de productores cerró posiciones de venta.

De acuerdo a las previsiones de LDC, entre un 60% a 65% de los productores “ya fijó precio” de su cosecha. “Siempre es un número difícil de manejar porque el acceso a la información no es sencillo en Uruguay”, reconoció Sampaolesi. La zafra de comercialización de la oleaginosa no ha sido fluida desde sus inicios por los coletazos (sobre China) y la volatilidad que trajo la guerra comercial de Trump y los márgenes pobres o ajustados para los productores por un “precio poco atractivo”. Esa combinación de factores llevó a que los exportadores pudieran cerrar un escaso libro de barcos para el arranque de la cosecha (fines de abril-mayo). De acuerdo a datos de Aduanas, hasta mediados de junio se habían embarcado 1,4 millones de toneladas de soja a un precio medio de US$/t 390 FOB.

“Todavía restan por embarcar más de 2 millones de toneladas. Eso se ve en los campos, con bolsones por todos lados”, advirtió. Se estima que el saldo exportable del país estará sobre un eje de 3,5-3,6 millones de tons en esta zafra. El grueso de las ventas de soja se pactó para julio y agosto. “Todavía no se han cerrado negocios para setiembre”, indicó. Añadió que el productor, en general, se fijó un piso de venta de US$/t 360. “Por debajo de ese umbral hubo resistencia a cerrar”, reconoció el gerente de LDC.

Uno de los temas que está complicando a los exportadores es la demora en las cargas de los barcos en los puertos, que puede llegar de 7 a 10 días, con costos diarios que van de US$ 18.000-20.000. “Estamos trabajando para tratar de reducir esos tiempos”, señaló Sampaolesi. Una de las razones de los incrementos de estos costos está vinculada a la fuerte suba que tuvo el precio del petróleo tras el conflicto que se desató entre Israel e Irán.

Trigo y maíz

Sobre la posibilidad de cerrar negocios de exportación de trigo con el remanente que queda de la última zafra (unas 200 mil tons), Sampaolesi consideró que quizás para agosto o setiembre pueda armarse algún negocio para sacar ese cereal.

En cambio, consideró como “muy difícil” que pueda embarcarse maíz (como se hizo el año) pese a los “muy buenos rendimientos” que se están obteniendo con las cosechas de segunda. Hoy el grueso de la cosecha se está levantando húmeda y comercializando en la plaza local, con una demanda “muy pujante” de la ganadería para la terminación en los corrales. “Mi impresión es que el maíz seco que pueda quedar se va a terminar colocando todo en el mercado doméstico”, opinó el gerente de LDC.

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