En pleno invierno, el campo natural atraviesa un período de crecimiento prácticamente nulo, afectado por heladas tardías, escasa radiación solar y temperaturas mínimas. El Ing. Agr. Martín Jaurena, investigador del Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (INIA) especializado en campo natural, dijo que la situación actual es de “tasas de crecimiento negativas”, donde “el pasto no creció, no generó hojas nuevas y se siguieron muriendo hojas”.

“En el freezer

La metáfora utilizada por Jaurena sintetiza el impacto climático sobre las pasturas en estas últimas semanas: “Toda la pastura estuvo totalmente congelada, como si estuviera en el freezer”. El técnico explicó que las especies predominantes en el campo natural son estivales, es decir, propias del verano, y para que puedan crecer se requieren temperaturas superiores a 18°C. Las especies invernales, por su parte, comienzan a activarse con valores entre 10°C y 14°C. Sin embargo, “tuvimos días donde las máximas fueron de 13 o 14 grados”, por lo cual “no crece nada”.

Este parate fisiológico no afecta solo al campo natural, sino también a las pasturas sembradas y verdeos, que también mostraron un crecimiento mínimo o nulo en las últimas dos semanas. Si bien el otoño venía siendo benévolo y muchos productores llegaron al invierno con más forraje de lo habitual, la calidad del pasto acumulado ya se encuentra deteriorada: “llegó un pasto muy envejecido, con muy poca calidad nutricional y niveles muy bajos de proteína y energía”.

A corto plazo, la principal esperanza está puesta en un cambio de las condicionantes del clima que permitan la recuperación del campo natural. “Precisamos una o dos semanitas con máximas por encima de 20 grados y todo se vuelve a normalizar, sobre todo si hay verdeos y pasturas de invierno”, aseguró el técnico.

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