Foto: Martín Ferreira Pinto

En el marco de la 26ª jornada anual de la Unidad de Producción Intensiva de Carne (UPIC), el ingeniero agrónomo Pedro Simeone presentó la experiencia de un feedlot de escala reducida instalado en su establecimiento familiar en Paysandú. La propuesta, que se denominó como “el corral en casa” por parte de varios asistentes, busca integrar un sistema de engorde intensivo en un predio agrícola-ganadero de 100 hectáreas, donde el 75% se destina a agricultura y el 25% restante a ganadería, sin afectar el desarrollo de las actividades ya existentes.

Simeone explicó que el objetivo principal fue generar un ingreso adicional a partir de un corral de pequeña escala, que en este caso tiene capacidad para 120 animales. La infraestructura se compone de tres corrales techados con piso de hormigón y pendiente de 2%, cada uno con 40 animales y una densidad de cuatro metros cuadrados por cabeza.

Sistema de alimentación

El técnico destacó que, al tratarse de un establecimiento chico, la estrategia adoptada fue utilizar raciones sin fibra larga, lo que evita la necesidad de maquinaria compleja para procesar forrajes. La dieta incluye grano entero y avena, que cumple un rol mecánico estimulando la rumia y reduciendo riesgos de acidosis, además de aportar buen valor nutricional.

La provisión se organiza mediante un acuerdo con la empresa Copagran, que entrega semanalmente las raciones en un silo cedido en comodato. Luego, en el establecimiento se embolsan en presentaciones de 25 kilos, lo que facilita el cálculo de las cantidades a suministrar. Según Simeone, “los animales pesan en torno a 300 kilogramos y consumen 7,5 kilos de materia seca por día, equivalentes al 2,5% de su peso vivo”. Para 120 cabezas, se reparten nueve bolsas por comida.

En los primeros meses se realizaron cuatro comidas diarias, aunque posteriormente el manejo se ajustó a dos comidas —mañana y primera hora de la tarde—, sin afectar el desempeño. El tiempo requerido para la alimentación es de apenas 15 a 20 minutos por jornada.

Resultados productivos y económicos

El modelo de negocio apunta a vender todos los meses un camión de vaquillonas gordas, de entre 370 y 380 kilos, y reponer inmediatamente con vaquillonas livianas. La evaluación realizada entre diciembre de 2024 y julio de 2025 mostró un margen neto promedio de 42 dólares por animal y por embarque, con variaciones que fueron desde un resultado negativo de –5 dólares en un embarque hasta un positivo de 122 dólares en otro.

Este margen implica, en términos mensuales, una rentabilidad aproximada de 1.700 dólares. Simeone destacó que la variable de mayor impacto sobre la rentabilidad es la eficiencia de conversión, la cual mejora cuanto más livianos ingresan los animales al corral.

En cuanto a la influencia racial, señaló que si bien las razas índicas suelen ser más eficientes que las británicas, en esta experiencia no fue posible cuantificar diferencias debido al bajo número de animales y la diversidad de biotipos.

Composición de la dieta

La formulación alimenticia incluye maíz, afrechillo de trigo, granos secos de destilería (DDGS), avena en proporción de 20 a 30% y un núcleo mineral. En determinados momentos, cuando la proporción de avena disminuyó al 20% y se aumentó la de maíz, fue necesario incorporar entre 300 y 400 gramos de fardo por animal para balancear la dieta.

El trabajo operativo diario está a cargo de dos personas, aunque en el cálculo de costos se consideró el sueldo de un solo trabajador, dado que el segundo ya estaba incorporado a otras tareas del establecimiento.

Costos de infraestructura

En relación con la inversión inicial, Simeone informó que la amortización del corral se proyecta a 50 años, de acuerdo a los registros contables, debido a que la estructura está compuesta por perfiles metálicos, chapas galvanizadas y piso de hormigón. Sin embargo, aclaró que es posible implementar alternativas más económicas, como corrales con estructuras de madera, comederos de lona y otras soluciones de menor costo, aunque subrayó que el piso de hormigón es clave para maximizar la carga animal por superficie.

Consultado sobre la generación de ingresos adicionales, el ingeniero recordó que su padre había señalado que “22.000 o 23.000 dólares anuales no vienen mal para predios chicos”, y agregó que, si bien por el momento trabajan con la mitad del corral, siempre está la posibilidad de ampliarlo si el negocio confirma su viabilidad.

 

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