Con una convocatoria inusualmente alta para una gira ovina, el establecimiento La Magdalena recibió a la Sociedad de Criadores de Merino Australiano del Uruguay en una jornada marcada por el intercambio técnico y la muestra de un sistema de producción que combina eficiencia, manejo planificado y compromiso con la genética.
El establecimiento mostró un sistema de ciclo completo, tanto para el plantel como para lo comercial, abarcando todas las categorías: desde las corderas nacidas en la última primavera hasta las majadas con servicio hecho. “Completamos toda la escalera del sistema comercial, y por la tarde mostramos lo mismo en los planteles”, explicó Diego Otegui, principal del establecimiento. Parte central del manejo de precisión que realiza el predio para mejorar sus índices productivos es la ecografía, considerada “clave, sobre todo por la seguridad en el dato”, lo que permite planificar con certeza y mejorar todo el ciclo reproductivo.
También se destacó la importancia de mantener lotes pequeños, especialmente en la época de partos, para asegurar un mejor cuidado tanto de mellizos como de corderos únicos. “Hasta que no se puedan formar lotes grandes, conviene mantenerlos reducidos”, apuntó.
Resultados
Desde la incorporación de parideras en 2015, los resultados mejoraron significativamente. “El porcentaje de señalada ha ido del 120% al 138%, dependiendo del año”, indicó Otegui. En la majada general también se alcanzan altos porcentajes, gracias a un manejo que contempla ecografías, lotes controlados, estado corporal y, cuando es posible, el uso de verdeos.
Aunque el trabajo con ovejas requiere dedicación, Otegui es claro: “Nada que valga la pena no da trabajo”. La clave está en la eficiencia y el gusto por lo que se hace. “Uno puede capacitar, planificar, hacer todo… pero si no te gusta...” señaló Otegui, quién mencionó que contar con gente comprometida, como Alejandro “Jano” Stirling y Richard “Cabeza” Gonçalves y otros que llevan años en el predio, es fundamental.
La experiencia de La Magdalena demuestra que muchas de las prácticas son extrapolables a otros predios. “Son cosas relativamente sencillas y de bajo costo”, afirmó. Las parideras, por ejemplo, pueden construirse con materiales simples como columnas y nylon de silo. “No es un tema de costo, es de voluntad: querer hacerlo y sacar del sistema a los animales con problemas”.
En cuanto al manejo sanitario, el control de afecciones podales y la preparación del terreno son parte de una estrategia preventiva. “Es trabajo para evitar trabajo a futuro”, resumió. Incluso en un campo más tierrudo y con lluvias intensas como las que afectaron recientemente a Artigas, se logró mantener a las ovejas en buen estado.
Expectativas a futuro
Consultado sobre que políticas podrían ayudar para revitalizar el rubro ovino, Otegui fue tajante: “A esta altura, ya no espero mucho de quienes están arriba”. La ilusión por iniciativas como el control de la mosca de la bichera se ha ido desdibujando. “Estamos en un país caro, y no parece haber muchas intenciones de bajarlo. No se ve preocupación por administrar mejor, sino más bien por pedir más”, criticó.
En ese contexto, el mayor incentivo sigue siendo el precio del producto, tanto en lana como en carne. “La carne ovina está en un buen momento, y ahora tenemos que adecuarnos a las nuevas restricciones sobre el peso individual de los animales”, añadió.